A veces, se me caen los anillos

A veces, se me caen los anillos

Paro, observo, paro, me miro, paro, me acepto y sigo…

La vida a veces te invita a parar y tú como persona bonita tienes que aprender a aceptar las invitaciones… te invitan y vas… así de fácil.

Hace unos días mis emociones tocaron a mi puerta, al timbre, a patadas en la puerta, de todas las maneras, mis vecinos se asomaron y todo… (es broma), sólo las escuché yo pero es para que me entendáis lo fuerte que aporrearon mi cabeza. Yo las escuchaba, pero no quise hacerles caso hasta que mi cuerpo me dijo: o abres o van a tirar la puerta abajo, y eso no es de guapas, luego que si cerrajeros, carpinteros, a llamar corriendo al marido (trabajando estaba), porque como hombre bonito que es, entiende más de cerrajeros y carpinteros… un lío amiga, un lío.

Y yo, cuando mi cuerpo habla, he aprendido a escucharlo… antes no, ahora si.

Y paré, capté el mensaje, escuché los golpes, los timbrazos y paré.

Abrí la puerta, la de la vida, y me encontré un jaleo de gente, un jaleo de cosas varias, un batiburrillo de cacharros haciendo mucho ruido, cual manifestación de las que veis por la calle… Correcto, se estaban manifestando… Habían pancartas gigantes, megáfonos, gente jaleando, gritando con todas sus fuerzas al unísono…

‘PARA, COÑO’ gritaban por los megáfonos…

‘SIÉNTATE Y RESPIRA’ rezaba el cartél…

Y eso hice, puse en orden a toda esa gente que lo único que quería era avisarme de mi tsunami de emociones, ahí los puse, todos bien puestecicos. No fue fácil, pero cual Marie Kondo ordenando un armario, así hice. Hay que aprender a ordenar, no creas que yo he aprendido 100%, estoy más o menos al 65%. Ordené hasta por colores…

Me quité los anillos, se me caían… Eso que dice ‘a mí no se me caen los anillos por hacer esto, lo otro’, pues a mí si, muchas veces se me caen, pero la suerte de llevar anillos es que cuando se caen, hacen ruido. A veces me los coloco al momento, otras, los dejo por ahí encima hasta que se me vuelven a hinchar los dedos y me los vuelvo a poner, y ya no se me caen.

La vida te llama a la puerta, y cuando abres, te desinfla y por eso se caen los anillos… Volver a ponérselos es de guapis, antes muerta que sencilla. Pero hay que ponérselos después de inflarse, que lleva su trabajo, pero nos inflamos y seguimos…

Trabajazo el que he hecho esta semana para volver a hincharme, pero me acabo de poner otra vez los anillos, mientras te escribo, porque formas parte de mis herramientas para oxigenarme, para volver a subir, para hincharme viva de vida… Os quiero a capazos (como siempre)

P.D. Os quiero contar lo que dijo hace unos días mi hijo de 12 años. Su frase: Tienes delante de tus ojos una puerta hermosa, y te empeñas en salir por la ventana… ¿Qué te parece? Zassss, chúpate esa Cati. Mi maestro a ratos, mejor dicho, tó el rato…

2 comentarios en «A veces, se me caen los anillos»

  1. Que maravilla poder ver y entender así las emociones y la vida. Gracias por compartirlo , para mi es una gran ayuda para seguir siendo mujer bonita ♥️

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