DE MURCIA A MADRID… con amor y calor.
Paréntesis. Ya sabéis que me encantan. Y dije yo, voy a ello. Esto no ha sido un paréntesis vacacional, aunque lo parezca por eso de que estamos a julio, verano, calor, grados en ascenso, granizados de limón a manta… Ha sido un paréntesis para aprender, para recalcular, para ser feliz a ratos.
Hace un tiempo, no mucho, descubrí en Instagram a una mujer de esas que son bonitas, pero mucho. De esas que las escuchas y dices: yo quiero ser como tú, al menos la mitad. Y como rata de biblioteca (virtual claro, aunque sea analógica me tengo que adaptar a los nuevos tiempos, a la nueva era) me puse a investigar (@andreavilallonga se llama) y lo que descubrí fue muy bonito. Es de esas personas con un bagaje sin parangón. Comunicadora excelente, positiva como ella sola (tendrá sus cosas como todo el mundo), pero a mí me enganchó desde el minuto cero. Y descubrí que en Madrid tenía una función llamada ‘La fórmula’… Imagínate la cara que se me quedó… ¡¡¡Tiene la fórmula de la positividad!!! Dios mío, qué hago con mi vida… Muy fácil, irme a Madrid a verla… Necesitaba saber la fórmula, porque aunque yo sea de letras, acepto con cierto gusto que las matemáticas existan.
Y allá que nos fuimos los cuatro, adolescenta, pre adolescente y Tetris (Tetris es mi marido, prometo explicar el porqué de llamarlo así) y por supuesto yo, la Mujer Bonita por delante. Cual Paco Martínez Soria, nos fuimos a la capital, pero la de España, la grande. He de decir que los madrileños fueron muy amables con nosotros, sus explicaciones de cómo llegar al Teatro Infanta Isabel fueron muy bonicas. Primero empezaron a explicarnos cómo llegar al sitio de una forma muy de Madrid, es decir, dándo por echo que no era la primera vez que nos enfrentábamos a la capital, la de España, la grande. Conforme veían la cara que se nos iba quedando cuando nos explicaban, fueron bajando el nivel hasta llegar a algo así como un cuaderno de Rubio, lo más fácil posible.
He de decir algo, la capital, la de España, la grande, es muy bonica, preciosa, pero para el que viene de fuera, de dónde sea, nosotros de Murcia, es algo así como el laberinto del fauno pero sin fauno, con Tetris, imagínate (vuelvo a recordarte que Tetris es mi marido). La capital murciana también es muy bonica, pero lo que más me gusta es que es más recogida, más compacta, tó como más a la mano.
Bueno, como iba diciendo, después de localizar el teatro, nos sentamos en una terracita a degustar como buenos murcianos lo típico de los sitios a donde vas… Bocata de calamares al canto, muy rico, delicioso. Una pega le vimos… El limón… Amigos, murcianos autóctonos o adoptados, el limón… una pena de limón, un trocito chuchurrío, con mal color… Casi lloro, con lo limonera que soy yo madre mía… Pero pensé, este trozo de limón no me va a impedir cumplir mi sueño de ver a la @andreavilallonga, no, sé fuerte, trágate el bocata de calamares sin pensar y levanta rápido de la terracita que la cola del teatro es considerable…
Hago un paréntesis para contarte lo vivido en la terracita (así la llaman los madrileños, nosotros diríamos la terracica). Lo de pillar mesa, fue algo así como encontrar aparcamiento a la primera, un matrimonio muy bonico nos cedió la mesa muy amablemente cuando se percataron que nuestra cara de periscopio intentando localizar mesa. Qué bonicos fueron, les doy las gracias, quizá no me lean, pero por si acaso. He de decir que ellos tampoco eran madrileños, pero sí de ciudad grande, así como la capital, y nos detectaron a la legua… Gracias, matrimonio de fuera.
Estoy pensando que ésta experiencia vivida en la capital, la de España, la grande, os la voy a contar por partes. Yo soy muy de sentir, de vivir cada momento como si fuera único, así que como tengo tantos momentos guardados en mi mente, pero sobre todo en mi corazón, en la próxima entrega os contaré más cosas. Tengo que asimilar lo del limón, al escribirlo me ha removido, además si continúo escribiendo, esto se puede convertir en un libro porque me enrollo como las persianas, escribir me gusta tanto que soy capaz de contaros lo de sudor que me recorría espalda abajo en el bus madrileño, sardinas en lata… Si, soy capaz. Mañana os lo cuento… o pasado, ya veré… Os recuerdo que cuando escribo, tengo puesto un ventilador, y amigos, no me refresca, remueve ‘la calor’… Mi asiento es de escai, y suda, él no, yo… Pero por vosotros, quizá mañana escriba… con el sudor y todo. Os quiero.